También conocidos como Postmilenials, los hoy adolescentes, nacidos a partir del cambio de siglo (12-18 años), se caracterizan por ser autodidactas, gestores de contenido, investigadores. Aun en nuestras comunidades de fe, al igual que en las aulas de clase convencionales, son alumnos que no preguntan solo por saber, sino para confirmar que sus Pastores y maestros (ej: Escuela dominical) saben tanto o más que ellos y pueden ayudarlos a profundizar. Es una manera de certificar que esa persona tiene credibilidad y merece confianza.
Ese
conocimiento debe ser mediado por un cristiano adulto y maduro emocional y espiritualmente; no conformista, sino preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:15-17). ¿Para qué sirve esto? ¿De dónde
nace? ¿Con qué otras ciencias está relacionado? “Esa forma de comprender el
mundo obliga a cambiar los métodos educativos, a prepararse más para responder
a las inquietudes de estos niños y jovenes, que ven el mundo de una manera más holística,
más integral”, dice la psicoterapeuta Diana Vítores. Esto es valido y aplicable a los métodos de enseñanza bíblica también.
En el caso de la educación de antaño, las generaciones anteriores aprendieron un conocimiento que estaba dividido en asignaturas, materias o ramas. Los centeniales necesitan una formación integradora, que les permita ver un tema desde la historia, la física, las ciencias naturales y sociales, a través de proyectos interdisciplinarios. “La metodología tiene que ir cambiando”.
Ese ensamblaje de conocimientos es un desafío para nuestras generaciones actuales. El cambio en el paradigma educativo apenas deja una década de margen para consolidarse, indica la psicóloga. Estos son niños y jóvenes mucho más empáticos con los cambios o nuevas estructuras familiares. “El impacto de la separación no es igual de traumático al de las generaciones anteriores”. Muchos de ellos se crían en familias monoparentales. Conocen a su otro padre y lo frecuentan, pero su núcleo familiar es pequeño.
Además, observamos que son conscientes de sus derechos y los ajenos mas que en los deberes y obligaciones. “Si ellos gozan de un privilegio, creen que el otro también debería tenerlo. Están pensando en el beneficio de los demás”. A diferencia de las generaciones anteriores, están viviendo la garantía de derechos; no tienen que luchar por ellos; están seguros de que los tienen y quieren verlos en ejecución de forma natural. Son discutidores. Tienen fácil acceso a la tecnología y la internet por lo medios electrónicos actuales a las que fácilmente les es provisto por quienes cuidan de ellos. Como están informados, exigen con calma que su opinión sea escuchada. Pueden oponerse sin pelear a lo que dicen los padres.
Tanto en el caso del profesor de la escuela, el colegio o la universidad, así como el Pastor, el líder o maestro en la iglesia local, el que ejerce docencia tiene que estar aún mejor informado y dar muy buenos
argumentos para tener credibilidad. “Este es un punto fuerte para quienes ejerzan como educadores y padres que tiene que tomarse muy en serio. La autoridad ya no la posee automáticamente quien es
mayor o tenga poder jerárquico en una iglesia o comunidad. La autoridad la tiene quien les puede explicar algo que ellos no saben,
que despeje las dudas que todavía tienen”. La psicóloga añade que esto es lo que buscan los niños y jóvenes postmilenials; ya no desde la imposición, sino
desde la sabiduría.
Si bien es cierto, y exigentemente fundamental que la Biblia sea el texto principal de toda nuestra enseñanza cristiana, el Pastor o maestro o líder de una congregación no puede solamente preparar la clase con un libro de texto. “El
niño y el joven, tiende a convertirse en un investigador permanente. Sí debe tener un
guion general de la clase, pero dejar la puerta abierta a que tenga hambre de mas. Porque
estos discípulos en potencia preguntan sobre lo que vieron y oyeron fuera del salón también, y si el
maestro o pastor no está preparado para responder a eso, no se ganará la confianza del discípulo ni de la
clase”. Peor aun, ganar el interés de aprender en las actividades o reuniones de carácter educativo en la iglesia del siglo XXI.
Vítores
explica que los niños y jóvenes buscan líderes en sus maestros; de lo contrario, tal vez
no creen resistencia hacia ellos, pero tampoco los tomarán en serio. “El niño y el joven ya no viene al que le enseña buscando información (eso lo encuentra fácilmente por
sí mismo), viene buscando orientación”. Quiere saber el alcance de ese conocimiento
y de sus propias acciones. El pastor o educador cristiano que esté listo, con un profundo conocimiento de la Palabra de Dios y de la puesta en practica de la misma estará preparado para responder y se
convertirá en el formador del criterio del niño y del adolescente para que pueda crecer apasionadamente en la gracia y en el conocimiento de Dios que es en Cristo Jesús, Nuestro Señor y Salvador.
Por David Palma, M. Div.
Fuente para la ampliación y asociación con la realidad en la enseñanza cristiana en la iglesia:
https://www.eluniverso.com/larevista/2018/12/16/nota/7096509/reto-ensenar
ultimo acceso martes 5 de noviembre del
2019 12.43